He llegado a U.S.A., después de toda una odisea de viaje, empezando por el error en la emisión del billete de reserva por parte de la agencia de viajes, incomprensibles argumentos de la persona en el Cheking del aeropuerto de Barajas, hasta que por fin pudo solucionarse abordando el avión hasta Washington. Queba pasar el control del aeropuerto estadounidense (por cierto, con sus niveles de seguridad por todos conocido en los aeropuertos estadounidenses, pero con una gran dosis de educación y amabilidad en el agente que expedía los sellos de entrada). Una vez en el Aeropuerto Internacional de Dulles, la otra odisea era que no tenía billete para Boston. Nuevamente, gestión con la aerolínea (United Airlines) y que despues de tanto argumentar y explicar lo raro de la reserva del billete, por fin me encontró plaza en el vuelo (No sé que hubiese pasado si no lo hacían puesto que mi equipaje si había sido embarcado). Una vez solucionado el tema del viaje, arribé a la ciudad de Boston.
Llegado a mi destino final, tenía opción dos alternativas: coger un taxi y trasladarme al lugar de alojamiento, o coger transporte público (autobús, metro). Mi espíritu aventurero se puso de manifiesto y considerando que la mejor manera de conocer un lugar al que se llega por primera vez, es patearse las calles y la ciudad de la forma que te permita conocer todo. Así que mapa en ristre, llegué a mi alojamiento. Más fácil de lo que uno se pueda imaginar.
Como era un poco tarde y con la caminata realizada (no es que fuese mucho, pero en Madrid, camino poco) mi agotamiento y percances por un día me obligó ir a dormir pronto.
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